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Ignacio Jara es Investigador del Centro de Estudios de Políticas y Prácticas en Educación (CEPPE) de la Facultad de Educación, Universidad Católica de Chile

Por Ignacio Jara. Uno de los objetivos principales de las políticas que proveen TIC a escuelas y estudiantes es dotar a las nuevas generaciones con las nuevas habilidades digitales que les permitirán desenvolverse con éxito en el siglo XXI y contribuir al desarrollo social y económico de sus comunidades y países.

Hasta hace unos años se entendía que estas habilidades digitales se referían básicamente a la capacidad para operar las computadoras y sus diferentes programas. Sin embargo, hoy existe un creciente consenso de que éstas son insuficientes y que los estudiantes deben desarrollar también las habilidades de orden superior necesarias para resolver problemas de gestión de información y comunicación en ambientes digitales: buscar, discriminar, sintetizar, analizar, representar y producir información en el ambiente digital; así como tener la capacidad para utilizar las herramientas digitales para compartir y colaborar con otros. Estas habilidades están a la base de la capacidad que se quiere desarrollar en los estudiantes para aprender por sí mismos de manera autónoma y a lo largo de su vida; y de la capacidad de incorporar nuevo conocimiento e innovar en los procesos sociales y productivos en los que les tocará participar.

La experiencia nos ha mostrado que estas habilidades no se desarrollan por el solo hecho de tener acceso y usar las TIC, sino que deben ser intencionadas a través de experiencias educativas explícitamente orientadas a su formación; y debe asegurarse equidad en la provisión de estas experiencias educativas si se quiere que el acceso equitativo a la tecnología se traduzca efectivamente en una sociedad más igualitaria.

Para que los diferentes actores educativos –docentes, escuelas, padres y ministerios– puedan proveer las condiciones y guías requeridas para el desarrollo de estas habilidades, deben compartir una visión común sobre su naturaleza y prioridad; y deben aprender a conducir su aprendizaje. A diferencia de otras áreas del aprendizajes, como lecto-escritura o matemáticas, estas habilidades TIC siglo XXI son relativamente nuevas y estos actores no comparten aún una visión clara sobre ellas ni saben bien cómo desarrollarlas. Por eso, varios países y organismos internacionales han comenzado a definirlas y difundirlas y, más importante, han comenzado a construir y aplicar instrumentos que miden el desempeño de los estudiantes. A través de estos mecanismos, se espera que la comunidad educativa aprenda a identificar las Habilidades TIC siglo XXI y comience a entender cómo desarrollarlas en los estudiantes; proceso que también requerirá de otros apoyos, tales como diseñar un currículum específicamente orientado a su desarrollo y formar a los maestros para guiar estos aprendizajes.

Poner luz a las Habilidades TIC siglo XXI a través de definiciones claras y evaluaciones precisas permite, por tanto, orientar la acción de los diferentes actores educativos hacia su desarrollo, quienes de lo contrario difícilmente podrían enfocar sus esfuerzos en algo que es difuso y no está priorizado ni medido. Pero la evaluación de estas habilidades también ayudaría a las políticas de TIC para Escuelas a salir de la trampa en que se encuentran debido a que normalmente su éxito se mide solo por su impacto en las materias tradicionales del currículum (lenguaje, matemáticas, ciencias, etc.). Sabemos que es muy difícil que estas políticas consigan estos impactos en corto plazo, debido a que la relación entre las TIC y esos logros están mediados por mucho otros factores de manera mucho más determinante que el uso de las TIC, y hay bastante consenso en que en cualquier caso estos efectos serían muy graduales y a muy largo plazo. Además, si bien la incorporación de las TIC para apoyar el currículum podría eventualmente facilitar la enseñanza de estas materias escolares, en rigor no son estrictamente necesarias para alcanzar dichos aprendizajes. En cambio, las Habilidades TIC siglo XXI, que son demandadas por una sociedad transformada por las tecnologías digitales, sólo pueden ser desarrolladas en base al trabajo con estas mismas tecnología digitales; y las políticas TIC son las primeras responsables en asegurar este desarrollo.

El foco de atención internacional se ha ido poniendo, entonces, en la evaluación de estas nuevas habilidades. La OECD inició hace unos años la discusión sobre la importancia de desarrollar estas competencias durante la educación escolar[1]; y este año 2013 se está llevando a cabo la primera iniciativa internacional destinada a evaluar estas habilidades (the International Computer and Information Literacy Study, ICILS[2]), entre cuyos participantes se encuentran Alemania, Australia, Canadá́, Suiza, Chile y la Ciudad de Buenos Aires en Argentina[3].

Por otra parte, países pioneros en estas materias como Inglaterra y Australia ya han elaborado detallados marcos conceptuales y orientaciones curriculares para las escuelas, y han aplicado instrumentos de evaluación que operacionalizan y hacen visible el tipo de capacidades que se espera los estudiante desarrollen. En nuestra región, en 2011 Chile comenzó a elaborar orientaciones curriculares y aplicar mediciones de las habilidades TIC siglo XXI como parte su sistema nacional de evaluación educativa[4].

Se espera que estos esfuerzos contribuyan a orientar el trabajo de docentes y ministerios de educación, de manera sacar el máximo provecho a las enormes inversiones que se realizan en este campo.

 

Ignacio Jara. Investigador del Centro de Estudios de Políticas y Prácticas en Educación (CEPPE), Facultad de Educación, Universidad Católica de Chile



[1] www.oecd-ilibrary.org/education/21st-century-skills-and-competences-for-new-millennium-learners-in-oecd-countries_218525261154

[2] www.iea.nl/icils_2013.html

[3] Ver http://estatico.buenosaires.gov.ar/areas/educacion/calidadeducativa/pdf/ICILS2013.pdf

[4] http://www.enlaces.cl/index.php?t=44&i=2&cc=1718&tm=2

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