Por Jaime Rodríguez Mendez. Uno de los principales desafíos de la educación en el siglo XXI es el de crear ambientes de aprendizaje adaptables, desafiantes, ricos en oportunidades y posibilidades y en sintonía con las experiencias de los estudiantes fuera del aula. El mundo de hoy está lleno de experiencias virtuales que hacen que la vida cotidiana conviva con la cultura digital (Pedró, 2011). Las tecnologías socialmente proveen oportunidades. Su uso ofrece mejores e iguales posibilidades de acceso a una formación de calidad para todos, independientemente de su género, ubicación geográfica, origen socioeconómico o dificultades, ya sean físicas o de aprendizaje. Pero el solo acceso a un dispositivo tecnológico no suele afectar el aprendizaje o las condiciones que sustentan ese aprendizaje, sino se consideran cambios más amplios en la enseñanza, el aprendizaje y la evaluación.

En diferentes países, los programas de tecnología educativa están realizando esfuerzos para que el desarrollo tecnológico posibilite la flexibilización de los procesos de aprendizaje, en términos de que estos sean personalizados y puedan realizarse en cualquier espacio y tiempo. Tal como lo demuestran los resultados de la encuesta de Proyect Tomorrow en el 2014, los estudiantes demuestran una clara preferencia por utilizar dispositivos móviles que les permiten trabajar más allá de los límites del aula. Ellos quieren tener la oportunidad de aprender mediante un programa de estudios potenciado digitalmente, y prefieren también aprender en colaboración con sus pares. Para lograrlo es necesario dar un paso más allá y “pasarles la pelota del aprendizaje”. Muchas de las escuelas más exitosas e innovadoras involucran activamente a sus estudiantes en su aprendizaje y en el co-diseño del proceso de aprendizaje (Hampson, Patton, y Shanks. 2011; Fadel, C., 2010).

Hoy la tecnología ofrece la posibilidad al sistema educativo, mediante diversos dispositivos y recursos, de contar con plataformas que pueden potenciar y extender los procesos de aprendizaje de los estudiantes. Un eficaz entorno de aprendizaje proporciona a los aprendices herramientas y recursos para que puedan autodirigir su aprendizaje y llevarlo a su propio ritmo (Patrick, Kennedy, y Powell, 2013). Un caso de éxito en el contexto latinoamericano, ha sido la implementación de Khan Academy[1] para apoyar las prácticas en el aula de docentes de matemática, gracias a la diversidad de contenidos disponibles, su acceso gratuito, facilidad de uso y posibilidad de contribuir de manera efectiva a las transformación de la práctica docente y el aprendizaje del estudiante (Murphy, Gallagher, Krumm, Mislevy y Hafter, 2014; Rodríguez, Ligth, Pierson, 2014).

El aprendizaje personalizado es hoy una vía prometedora para diferenciar entre el aprendizaje para todos los estudiantes y el aprendizaje que necesita cada uno de los estudiantes de manera de prepararlos adecuadamente para la educación superior, el mundo del trabajo y/o la vida en una sociedad con las características del siglo XXI (Weber, 2014). Esto implica por una parte disponer de entornos adaptables para que los estudiantes reciban de manera individual y flexible, de acuerdo a su propio ritmo y necesidades, intereses y opciones lo que debe aprender; y por otra parte proporcionar datos a los docentes para que los utilice en el análisis y elaboración de los planes de aprendizaje de cada uno de ellos.

En ese contexto, el rol que deben asumir los docentes es clave para promover la autogestión y compromiso con el propio aprendizaje por parte de los estudiantes. Para ello los desafíos que se deben asumir son:

  1. Moverse desde un modelo de enseñanza centrado en el profesor hacia uno centrado en el alumno. En este contexto, se mantiene la alternativa de implementar una dinámica presencial tradicional, enriquecida tecnológicamente, pero aparece de una manera muy atractiva en términos educativos, la implementación de un modelo de aprendizaje en un ambiente virtual. Desde un punto de vista pedagógico, este tipo de enseñanza abre la oportunidad de entregar y adquirir conocimiento en cualquier lugar y momento, en un ambiente colaborativo, otorgando la posibilidad de proveer una educación flexible, personalizada, rigurosa, motivante, relevante y aplicada (Digital Learning Series, 2012).
  2. Construir una visión común dentro de la comunidad educativa respecto de la innovación y el apoyo que requiere este nuevo tipo de enseñanza, ya que será fundamental para alcanzar el éxito el trabajar de manera colaborativa con otros docentes, el desarrollo profesional centrado en la práctica, el examinar nuevos métodos de enseñanza y el intercambio de experiencias y prácticas.
  3. Identificar cuáles son las herramientas más adecuadas y a su vez cuáles son los ajustes relacionados que son necesarios para asegurar la efectividad del uso de las TIC en la sala de clases.
  4. Finalmente, desarrollar una práctica de aula que permita involucrar activamente a los estudiantes en la toma de decisiones respecto de los aprendizajes. En este sentido, al menos son tres los aspectos en los cuales se les deberá considerar:

Diseño pedagógico: Esto implica negociar con los estudiantes qué y cómo quieren aprender, de manera de darles la posibilidad de trabajar con nuevas herramientas, dar sentido y crear. Aquí lo que se espera es que el docente se convierta en un diseñador de ambientes de aprendizaje que sean atractivos, desafiantes y pertinentes para sus estudiantes.

Práctica de aula: El docente debe convertirse en un coach que media, facilita, pregunta, guía, orienta, proporciona contexto, garantiza el rigor y el sentido del proceso de aprendizaje, siempre abierto a escuchar y negociar con los estudiantes para flexibilizar la toma de decisiones respecto del qué, cómo, cuándo, dónde se aprende.

Evaluación del aprendizaje: Este punto es crítico para que los estudiantes efectivamente sientan que están conduciendo su propio aprendizaje, y se debe traducir en integrarlos de manera activa a través de procesos de autoevaluación y coevaluación y proporcionar y recibir retroalimentación de manera constante.

La misma tecnología que está cambiando a nuestros estudiantes, nos ofrece las herramientas para implementar formas de aprender más efectivas y reales. Estas pueden y deben ser usadas por los estudiantes para mejorar, gestionar y personalizar su propio aprendizaje. Para ello se necesita que el profesor los vea como socios, donde promueve el aprendizaje de una manera significativa y desafiante para todos y el estudiante acepta y vive a fondo los desafíos proporcionados.


[1] Khan Academy es una plataforma de aprendizaje en línea desarrollado por Salman Khan y que tiene como objetivo declarado “proporcionar una educación de clase mundial, libre para cualquier persona, en cualquier lugar.” El sitio ofrece más de 6.000 vídeos educativos en línea en una serie de áreas temáticas (incluyendo las matemáticas, la ciencia, la economía, las finanzas, la historia y el arte), más de 150 mil ejercicios de matemáticas, y un sistema de datos e información en tiempo real respecto del desempeño de los usuarios en la plataforma. http://es.khanacademy.org


Jaime Rodríguez Mendez es Master en Educación y Multimedios de la Universidad Autónoma de Barcelo y Profesor de la Escuela de Pedagogía e Investigador del Centro Costadigital de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso

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