Por qué la tecnología va a transformar la educación

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Por Javier Martínez Aldanondo. “No tengo miedo de los computadores, tengo miedo de la falta de computadores.” (Isaac Asimov)

Desde hace ya largo tiempo, criticar el sistema educativo es el deporte de moda liderado por los más pintorescos actores, tengan o no relación directa con la educación. Lamentablemente, los resultados de tan frenética actividad acusadora han sido casi nulos. Sin embargo, discutir acerca del rol de las TIC en la educación no era un ejercicio que se realizase públicamente sino más bien un asunto reservado a docentes y especialistas en la materia. Pero algo parece estar cambiando.

Por ejemplo, hoy mismo, en el diario El País me he topado con 2 artículos sobre educación y Tic: “La tecnología y la transformación de la escuela” firmado por el jefe de la división de políticas sectoriales, TIC y educación de la Unesco y “Siete razones por las que se debe encender el móvil en clase”. Hace solo 5 años algo así hubiese sido impensable. ¿Quiere esto decir que las esperanzas de mejorar la educación se están colocando sobre las anchas espaldas de la tecnología?

Hace exactamente 1 semana, el titular de uno de los principales periódicos en Chile rezaba lo siguiente: “Más del 74% de los futuros profesores sacó menos de 600 puntos en la PSU”. ¿Ignorancia o maldad? La educación tiene problemas evidentes que no tienen nada que ver con lo que sostienen las 2 Ps (la prensa y los políticos). La aberración de evaluar un modelo educativo en función de los resultados de pruebas estandarizadas que se realizan a nivel nacional (SIMCE, PSU, Selectividad, SAT…) o internacional (PISA) es justamente lo que nos impide salir del agujero negro en que nos encontramos. Es muy simple culpar a los profesores por estar mal preparados o a los alumnos por no estudiar lo suficiente. Pero si la educación está fracasando es porque no es capaz de cumplir con la promesa de preparar a los jóvenes para el mundo en el que se tendrán que desempeñar.

Simplificando mucho, los problemas de la educación se pueden resumir en dos:

  1. Qué enseñamos. Cada vez más personas reconocen que apenas existe relación entre lo que se enseña en el colegio y la universidad y lo que los jóvenes se encontrarán en su vida adulta ¿Es lógico insistir en que los niños y los profesores se esfuercen en estudiar y enseñar objetos de aprendizaje irrelevantes para la salida laboral?
  2. Cómo enseñamos. Existe consenso respecto de que aprendemos haciendo, practicando cometiendo errores y reflexionando para corregirlos. ¿Es coherente seguir usando metodologías de aprendizaje obsoletas y que contradicen los objetivos del proceso educativo?

Tenemos que estar muy atentos ya que la siguiente trampa consiste en exigir a las TIC la responsabilidad de resolver este entuerto. La paradoja sin embargo, es que esos problemas, a pesar de no ser causados por las TIC, difícilmente se pueden resolver sin tecnología.

Afortunadamente, se darán varias condiciones que van a favorecer que la situación cambie de forma irreversible a partir o con ella:

1. Si el mundo asistió atónito al impacto de internet en sectores como los medios de comunicación, los viajes, el entretenimiento o la música, ahora le ha llegado el turno a la educación. Igual que es inconcebible trabajar y vivir sin el apoyo de la tecnología, ya nadie discute que va a resultar imposible aprender sin tecnología. Hasta hace poco, las posibilidades de innovar en educación estaban condicionadas por las limitaciones físicas y geográficas de la sala de clases o del lugar de residencia de alumnos y profesores. Hasta el desembarco de internet, las reglas en la educación estaban claras (profesor, curso, asignatura, test) pero las TIC se van a convertir en un elemento que lo va a trastocar todo. Mañana, la educación ya no tendrá lugar únicamente en un aula. Para los que llevamos tiempo en ese ámbito, a comienzos de este mileno y en plena eclosión de internet, el escenario no era tan auspicioso y la oposición de muchos estamentos a la tecnología era frontal. Quienes antes se oponían tajantemente, hoy preguntan ¿cómo puedo integrar las TIC en mi sala?

2. El computador tiene el potencial para alterar la naturaleza de la educación. Tras 8 siglos de monopolio, el libro está siendo desafiado por las pantallas. Jostein Gaarder, autor de “El mundo de Sofía” declaraba que no necesitamos libros pero sí las historias ya que lo relevante es el contenido y no el contenedor. Es urgente entender que aprender no tiene nada que ver con acumular información sino con acumular experiencias. Internet está repleto de información pero no de conocimiento. La web es, hoy por hoy, un gran medio de distribución de información pero todavía muestra debilidades a la hora de provocar experiencias. Resulta descabellado que el papel de los profesores sea transmitir información (algo improductivo y en lo que nunca podrán competir con los computadores) en lugar de devenir diseñadores de experiencias. Dado que el desafío ya no es acceder a la información sino cómo aplicarla, defender una educación centrada en la entrega de información no tiene sentido. Hay que exigirle que entregue habilidades, que garantice saber hacer.

La tecnología permite justamente hacer todo aquello que las aulas presenciales no permiten. Si aprendemos haciendo, un computador es precisamente una herramienta para hacer (“doing device”), y no para leer o mirar, para eso ya tenemos tecnologías arcaicas como el libro o la televisión. Ante un computador es difícil quedarse dormido, permanecer pasivos y aburrirse. El computador nos invita a actuar, a hacer y nos entrega el poder de elegir el camino que nos interesa, nos concede el privilegio de decidir.

Ahora bien, pulsar íconos no es sinónimo de Interactivo. Aprendizaje virtual no significa leer en la pantalla del computador lo que antes leíamos en un papel. Ni multimedia (animaciones, sonidos, imágenes, videos) o redes sociales son sinónimo de aprendizaje. Hemos estado acostumbrados a tratar a los alumnos como oyentes que consumen lo que se les ofrece sin posibilidad de escoger, obligados a escuchar sin poder practicar, robándoles la posibilidad de arriesgarse y equivocarse, de tomar decisiones y comprobar sus consecuencias. ¿Cómo podemos esperar que generaciones que crecen con los videojuegos, el teléfono móvil e Internet sientan atracción por los monólogos aburridos de un profesor? ¿Qué tiene de divertido, de motivante, de retador? Una película te muestra una situación mientras un videojuego te hace vivirla. Hemos pasado de una generación de espectadores dominados por la televisión y la radio, a una de actores, devotos del computador, consola, tablet y smartphone, que ya no se conforman con sólo mirar, sino que quieren actuar y que esperan que el aprendizaje sea colectivo.

3. La pregunta que debemos hacernos respecto de la tecnología es ¿qué me permite hacer que no podía hacer anteriormente y que mejora el aprendizaje? El aspecto crucial es que nos permite que cada uno pueda escoger cómo quiere aprender: si prefieres empezar accediendo a la teoría e investigando, puedes hacerlo. Si prefieres empezar por ver cómo se hace, puedes hacerlo. Si prefieres practicar pero, paso a paso, y con ayuda de alguien, puedes hacerlo. Y si quieres tirarte a la piscina y empezar experimentando, puedes hacerlo.

“El computador es un medio de expresión humana y si todavía no tiene sus Shakespeare, Miguel Angel o Einstein, pronto los tendrá” (Seymour Papert).

 ¿Qué impacto tendrá la inteligencia artificial en el ámbito de la educación? Evidentemente, no va a cambiar el Cómo aprendemos sino que, al contrario, va a acelerar el proceso de brindar experiencias en lugar de contenidos que es justamente la razón por la que están floreciendo los juegos como alternativa educativa irresistible. Lo que sí cambiará drásticamente es el Qué enseñamos. Sabemos que todo proceso de aprendizaje tiene por objetivo prepararte para lo que tendrás que enfrentar después y, por ende, tiene que ser lo más parecido posible. Pero, además, tiene que consistir en practicar lo que te espera para que cuando lo enfrentes, sepas hacerlo. La oportunidad que nos ofrecen las TIC no consiste en mejorar lo que tenemos sino en hacer cosas que hasta ahora no sabíamos ni podíamos hacer. Ya no tendrá ningún sentido memorizar las ingentes cantidades de datos, conceptos, teorías, etc. que forman parte de los inacabables curriculums actuales porque hace tiempo que Google lo hace mejor que nosotros. La pregunta que va a hacer realmente apasionante el debate educativo en los próximos años será ¿Qué es importante aprender y cuál es la herramienta más adecuada?

Javier Martínez Aldanondo es Gerente de Gestión del Conocimiento de Catenaria. [email protected] y [email protected] Twitter: @javitomar

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1 COMMENT

  1. A mi ya me va dejando la inquietud Javier, si podemos seguir afirmando que en internet solo encontramos información y no conocimiento. Cuando encuentro un paper o documento, puedo decir que en información en tanto es una representación reducida del conocimiento que posee el autor, pero cuando tengo la posibilidad de acceder al autor en un video…si el video es información, pero al acceder al autor que directamente expone su conocimiento, allí es cuando tal vez podemos pensar en términos de Max Boisot, que la tecnología actúa como un agente inteligente que también es capaz de digitalizar al sujeto en acción.

    Buen artículo.

    Saludos,
    @ignaciojaramilo

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