Los libros de texto son el material didáctico más genuino de la escuela del siglo XX. Son la seña de identidad de un modo de entender la escolaridad basada en una concepción enciclopedista y bancaria (por emplear el término que en su momento sugirió P. Freire) de la enseñanza ya que en sus páginas está empaquetado el conocimiento de una determinada materia y nivel educativo que debe enseñarse y aprenderse a lo largo de un curso escolar.
Los libros de texto, además de ser una tecnología o recurso didáctico, también tienen una dimensión industrial y comercial. Son un objeto o producto tangible y físico que tiene que ser producido a gran escala y que exige distintos agentes participantes en dicho proceso: el autor o autores, el editor, la imprenta, el distribuidor, el almacén, y la librería. Lo cual implica que, inevitablemente, en torno al mismo giran muchos intereses económicos configurando un subsector relevante de la industria cultural de un país. Hasta la fecha, este negocio ha estado bien en manos privadas (en el caso español pueden verse los informes de ANELE -Asociación Nacional de Editores de Libros y material de Enseñanza- que ofrecen datos del peso económico de esta industria) o en bajo la gestión gubernamental (México, por ejemplo).
Sin embargo, la irrupción y omnipresencia de las tecnologías digitales (smartphones, wifi, tablets, laptops, …) está teniendo un profundo impacto en las industrias de la cultura, la información y el conocimiento. Las empresas discográficas, las productoras y distribuidoras cinematográficas, la editoriales de libros, periódicos y revistas, entre otras, están sufriendo un proceso de choque que está alterando de forma radical este sector económico y provocando que el papel, las películas o los discos -como soportes físicos- estén desapareciendo.
Por otra parte, la expansión de las políticas educativas destinadas a incorporar las TIC a las escuelas-sobre todo el modelo 1:1 de una computadora por alumno- junto con el desarrollo de la conectividad de las escuelas a Internet mediante wifi y/o conexiones de banda ancha, están creando las condiciones para que la digitalización de los contenidos y recursos educativos empiece a ser una realidad en numerosos países, entre ellos los latinoamericanos. Incluso algunos países ya han anunciado la implantación de políticas educativas destinadas a sustituir los libros de texto por materiales educativos digitales. Por ejemplo, en el Ministerio de Educación de Corea del Sur ha previsto que los tablets y otros dispositivos electrónicos sustituirán a los libros de texto de papel en el año 2015. Medidas similares se han anunciado en Shangai (China) que ha propuesto una “mochila digital”. En Estados Unidos varios estados federales como Florida o California ya han comenzado este proceso. Incluso la SETDA (Asociación de directores de tecnología educativa de los estados) reclaman que este proceso acabe en el curso 2017-2018. Asimismo la Administración Federal del presidente Obama pretende que los libros de texto electrónicos sean una realidad, en menos de cinco años, en las escuelas norteamericanas. En España, el Ministerio de Educación anunció que están estudiando sustituir a los libros de texto por una “mochila digital”. Todas estas políticas justifican el de pasar de los libros de texto en papel a los contenidos educativos digitales con argumentos variados: preparar a los estudiantes en las competencias digitales para la cultura del siglo XXI, reducir costes económicos, evitar malformaciones y problemas de salud provocados por el sobrepeso de las mochilas cargadas de libros, innovar las metodologías de enseñanza, etc.
Por otra parte existen voces de expertos, asociaciones, grupos de investigación, de profesionales educativos que impulsan la necesidad y urgencia de que la escuela se apropie de la tecnología digital y transforme de modo radical su práctica pedagógica. De este modo, en estos últimos años se han sugerido propuestas de inmersión tecnológica en las aulas como son el ya citado “modelo 1:1”, el “PLE” (Personal Learning Enviroment o Entornos Personales de Aprendizaje), la “flipped classroom” o la “clase al revés”, el BYOD Bring Your Own Device (Lleva tu propio dispositivo al aula), así como todas las metodologías didácticas de uso de los recursos de la Web 2.0. La tecnología digital ya está entrando en las aulas y con mayor o menor rapidez, y con mayor o menor conflicto irá desplazando a los medios y recursos tradicionales de papel como son los libros de texto.
En consecuencia, es evidente que la creación de nuevos materiales didácticos en formato digital es un sector que crecerá de forma notable a medio plazo, al igual que está ocurriendo en los otros sectores de las industrias culturales. ¿Quién o quienes asumirán esta tarea? ¿Serán las administraciones públicas? ¿los docentes? ¿las empresas editoriales?. Lo que es indudable, es que además de los citados, también entrarán en juego nuevos actores, agentes o competidores distintos a los tradicionales, y que pertenecen a la denominada “nueva economía digital”. Me refiero a empresas del ámbito de la informática, de las telecomunicaciones, y de los servicios digitales las cuales están empezando a darse cuenta de que la generación y distribución de contenidos educativos online representan un negocio o mercado altamente atractivo y con gran potencial.
Los dos ejemplos más claros provienen de dos gigantes digitales. Uno es la empresa Apple que ha creado aplicaciones y plataformas para crear y distribuir libros de texto interactivos. El otro es Google que recientemente ha llegado a un acuerdo con distintas editoriales norteamericanas para ofrecer libros de texto electrónicos a través de tabletas con el sistema Android.
En España, país que aglutina a las principales empresas privadas de edición de libros de texto en lengua española, han surgido iniciativas empresariales distintas de estas editoras tradicionales que anuncian una nueva generación de materiales didácticos para las escuelas que compiten con los libros de papel. Algunas de estas nuevas plataformas de contenidos digitales educativos que han surgido en estos últimos meses son Aula-Planeta, Digital Text, Xtend, Educaline, BlinkLearning, entre otras. Ciertamente estamos inmersos en un tiempo de aparición de este tipo de proyectos empresariales innovadores. Aunque es previsible que a medio plazo, unos tengan éxito y otros, lógicamente, desaparecerán.
Estas plataformas de contenidos digitales supuestamente pretenden romper con el monopolio del libro de texto como eje vertebrador del trabajo en el aula y anuncian que los nuevos materiales representan un modelo pedagógico innovador, flexible, personalizado, multimedia y acorde con las nuevas tendencias de aprendizaje. ¿Será verdad? ¿Estamos realmente ante nuevos recursos para el cambio pedagógico en las escuelas o lo que está en juego es meramente la transformación del modelo de negocio de los recursos y materiales educativos donde se sustituye el libro de texto en papel por otros “libros de texto” en pantallas?. Muchos tenemos un cierto grado de escepticismo sobre el potencial de estos nuevos materiales ya que el cambio educativo es mucho más complejo que incorporar tabletas o dispositivos al aula y ofrecer contenidos digitales disponibles en la nube. La innovación pedagógica está en la transformación de las creencias y prácticas de los agentes educativos (lo cual es lento y complicado), más que en el cambio de los productos tecnológicos.
Manuel Area
Catedrático de “Tecnología Educativa” en la Facultad de Educación de la Universidad de La Laguna (España) .Licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación por la Universidad de Santiago de Compostela (1982) y Doctor en Pedagogía (1987) por la Universidad de La Laguna. Director, en la misma, del Laboratorio de Educación y Nuevas Tecnologías. Fue Presidente de la asociación científica denominada Red Universitaria de Tecnología Educativa que aglutina a investigadores y docentes españoles y latinoamericanos de este campo. Colabora, desde hace años, en la docencia en distintas universidades del ámbito iberoamericano. Está especializado en el desarrollo de investigaciones relacionadas con las TIC y la Educación publicando más de un centenar de libros, informes y artículos sobre esta temática. Actualmente está dirigiendo un estudio sobre la política educativa del modelo 1:1 en España (Escuela 2.0) y otro sobre el eLearning universitario. Sitioweb personal http://manuelarea.net
es de gran importancia el texto porque alli afianzamos un poco mas nuestros conocimientos con estos rtecursos que nos brinda la web
Solo tengo algunas preguntas sobre los dos primeros párrafos.
¿Lo que molesta es que esté todo lo que corresponde a una materia y un año en un mismo libro?, ¿qué se ganaría con tenerlo distribuido?, el tener el “paquete”, ¿impide que los niños y jóvenes consulten otras fuentes?, un “paquete” hecho por un docente, ¿no es un “paquete”?
Y en cuanto a los agentes, ¿dejaría el autor de ir al hospital si se enterara que los médicos que allí atienden cobran un sueldo? En ese caso, ¿preferiría atenderse gratis con un vecino?
¡Muchas gracias!
Veo que el artículo tiene algunos enfoque que merecen mucha reflexión. Este proceso de transición del libro de papel al libro digital (al que nos resistimos alguna que otra generación) requiere que se le preste mucha atención. Es que hay países en donde el acceso a la tecnología es viable, mientras que en otros, como en Ecuador, no es viable, pues los sectores rurales no tienen acceso ni al cable de red, peor al wi fi, en algunos casos no existe ni energía eléctrica aún. A ello hay que agregar la situación económica de las familias que no tienen, muchas veces, ni para el pasaje para que hijo/a vaya a la escuela, al colegio o a la universidad.
En lo personal, vivo convencido que ese proceso de transición es irreversible, pero que puede ocasionar un posicionamiento de desventaja para aquellos que no tienen los recursos para acceder a estas tecnologías.
En todo caso, comparto con otro de los enfoques que veo en el artículo y es el hecho de que muchas empresas se afanan día a día por liderar la oferta de los recursos digitales a los seres humanos, en muchos casos, con mayor facilidad y rapidez, para impulsar la difusión del conocimiento.
Finalmente, veo en su artículo una luz amarilla para estar atentos a lo que se viene… nada más!!!