Yo, robot uruguayo

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Según el escritor ruso Isaac Asimov, las tres leyes de la robótica son: 1) Un robot no hará daño a un ser humano o, por inacción, permitirá que un ser humano sufra daño; 2) un robot debe obedecer las órdenes de los seres humanos, excepto si estas órdenes entran en conflicto con la primera ley; 2) un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la primera o la segunda ley.

Por ahora, esas normas de conducta están lejos del alcance del incipiente comportamiento de los robots y todavía más de los robots autóctonos. Incluso muchos de los autómatas que funcionan en este país no son cien por ciento uruguayos, ya que por lo general se arman con piezas que en mayor o menor número se traen del exterior. Pero la inteligencia que los hace moverse y actuar es bien criolla, por lo cual se puede decir que los robots uruguayos avanzan —sobre ruedas, incluso volando o flotando— hacia el futuro.

La robótica en este país nació casi con el siglo XXI y se desarrolla esencialmente en el ámbito universitario (Universidad de la República, ORT, Universidad Católica, entre otras), aunque el Plan Ceibal realiza una gran movida para que ya los niños comiencen a habituarse a trabajar en este ámbito, que permite estimular diferentes habilidades y conocimientos mientras se actúaen grupo. Hace pocos días, dos liceales uruguayos, Pedro Sales y Guillermo Trinidad, participaron en China en la RoboCup 2015, una especie de mundial de robótica. Ellos mismos fabricaron y programaron al robot, que lució pegotines con la bandera nacional.

“Los chicos uruguayos tienen hoy muchísimas más oportunidades que las que tuve yo para trabajar con robots, algo que veo como muy positivo. Me sorprendió gratamente lo rápido que fue creciendo en estos años. Cuando terminé el liceo quería estudiar robótica pero no había absolutamente nada, por eso me tuve que ir a Argentina y después venir a Alemania”, comenta Daniel Wahrmann desde Munich, donde trabaja en un millonario proyecto para dotar de mayores habilidades a Lola, un robot humanoide. El detalle es que Daniel tiene apenas 27 años, por lo cual aquel pasado sin posibilidades en realidad ocurrió hace poco.

“En el Plan Ceibal entendimos que la robótica es fundamental. Por eso invertimos mucho en la capacitación de docentes y en materiales para su difusión en la enseñanza pública. El robot tiene muchas cosas transversales de las cuales se pueden aprender. La construcción, el diseño, la parte motriz, la programación, las órdenes que se le dan. Además, sirve para trabajar en matemática, física, geometría. En todo el mundo es una herramienta muy buena para explorar, para que los niños y los jóvenes trabajen en conjunto, para integrar a muchas personas en un proyecto”, explica Miguel Brechner, presidente del Plan Ceibal.

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