The Flipped Classroom: ¿damos la vuelta a la clase?
Las lecciones, en casa y las tareas, en clase. Así es The Flipped Classroom o el aula invertida, una metodología que fomenta que el estudiante se convierta en el protagonista de su aprendizaje. En este reportaje, que se acompaña de varias experiencias prácticas, conocerás sus pros y contras, cómo ponerla en práctica y las herramientas que puedes utilizar.
Cada vez tiene más partidarios entre los docentes, aunque todavía son pocos los que se han atrevido a ponerla en práctica. Es The Flipped Classroom, una metodología que se puede traducir como la ‘clase al revés’ o el ‘aula invertida’ y en la que el docente proporciona una serie de materiales (como documentos, podcast y, sobre todo, vídeos…) que el alumnado debe ver en casa para, posteriormente, trabajar sobre ello en clase bien de forma individual, bien colaborativa.
Hay que tener en cuenta, como se advierte desde la recientemente creada web colaborativa The Flipped Classroom, que “flippear una clase es mucho más que la edición y distribución de un vídeo. Se trata de un enfoque integral que combina la instrucción directa con métodos constructivistas, aumenta el compromiso e implicación de los estudiantes con el contenido del curso y mejora su comprensión conceptual. Se trata de un método que, cuando se aplica con éxito, apoya todas las fases de un ciclo de aprendizaje”.
Además de mejorar la atención educativa que se presta a cada alumno —y teniendo en cuenta sus capacidades y estilos de aprendizaje—, entre sus ventajas destacan que se consigue que el aula se convierta en un espacio de trabajo activo para todos los miembros de la comunidad educativa y fomenta la creatividad y el pensamiento crítico. De igual modo, facilita el cambio de roles en el aula, haciendo que el alumno sea el protagonista de su propio aprendizaje mientras que el profesor se convierte en un guía.
Los pros y los peros
Para Jorge Moreno, coordinador TIC de Bachillerato en SEK-El Castillo (Madrid) y docente que lleva utilizando esta metodología con su alumnado desde el curso 2012-2013, los principales beneficios son que “facilita el hecho de situar a los alumnos en el centro del proceso de enseñanza-aprendizaje, haciéndoles conscientes y responsables de su educación. También es importante que llegan a las aulas para aprender haciendo”.
Teniendo en cuenta sus bondades, parece que esta metodología no tiene ningún ‘contra’, pero… como las meigas, haberlas haylas. Como explica Juan Domingo Farnos, investigador y docente en eLearning, “tiene muchos inconvenientes ya que su ejecución es muy difícil, primero de entender y después de utilizar; los vídeos deben estar bien construidos pedagógicamente, en las aulas debe establecerse un verdadero feedback y también que lo que se comente en ellas trascienda fuera”.
Este reportaje, publicado en el nº 13 de Educación 3.0, invierno 2014, incluye varias experiencias prácticas del colegio Sagrada Familia (Elda, Alicante), el colegio Reial Monestir de Santa Isabel (Barcelona) y la Universidad de la Rioja. En este enlace puedes consultar la versión reducida on line (la revista en papel tiene 68 páginas).
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