El programa piloto enseñó computación a 4.000 adultos; en 2012 se extenderá
El crecimiento y la propagación vertiginosa de la tecnología a veces engañan. Hacen pensar que todo el mundo sabe, todo el mundo maneja, todo el mundo tiene, por lo menos, una idea vaga de cómo usar un mouse, cómo abrir un archivo, cómo escribir en la computadora. El Plan Ceibal, con su propuesta de “un niño, una computadora”, a pesar de haber sido un paso hacia la universalización de la tecnología, incluso en contextos de carencias económicas y sociales, no significó la erradicación de todas las brechas. Hay una que sigue existiendo, y que se genera en los mismos hogares de los niños que, con su XO debajo del brazo, van a la escuela a aprender a escribir, dibujar y leer con una pantalla de por medio. Se trata de los padres.
“Hay que pensar que contar con familiares sin capacitación digital, analfabetos en ese sentido, es un freno para los avances que se quieren lograr”, afirmó Héctor Florit, miembro de la Comisión Ceibal.
“Yo la verdad no sabía ni prender (la OX)”, admitió Melva, madre de la escuela 151 del barrio Barros Blancos, hasta que su relación con aquel aparato extraño, verde y blanco, cambió radicalmente. “Aprender tod@s” se llamó el programa del Plan Ceibal que se desarrolló entre setiembre y diciembre de 2011, y tuvo como objetivo el aprendizaje y la inclusión digital de las familias de contextos sociales vulnerables a través de la participación directa de las familias en las escuelas. El presidente del Plan Ceibal, Miguel Brechner, afirmó que mientras el sueño de 2007 era una laptop por niño, el de 2012 es que todos los padres puedan participar con ellos, desde sus casas.
El plan piloto permitió alfabetizar a más de 4.000 referentes familiares, padres y madres de 15 escuelas de contexto crítico de Montevideo y Canelones, a través de 225 talleres con 50 temáticas diferentes. En primera instancia se convocó a padres de segundo año, luego de tercero y cuarto y finalmente de quinto y sexto año.
Un nuevo miembro de la familia
El trabajo no se limitó únicamente a enseñarles a los padres a ayudar a sus hijos con sus tareas, sino a ayudarse a sí mismos. Se les inculcó cómo acceder a información de interés ciudadano (BPS, horarios de ómnibus, noticias, compras y ventas online) y cómo buscar un trabajo.
“Aprendemos junto con nuestros hijos, les enseñamos a ellos lo que nos enseñan a nosotros. Aprendimos desde cómo tener un correo electrónico, hacer un currículum, buscar trabajo, hasta a leerles libros a ellos”, manifestó otra madre de la escuela 151 de Casabó.
En conjunción, las maestras de curso, maestras de apoyo ceibal (MAC) y maestros comunitarios trabajaron bajo la orientación del director de cada escuela en talleres y programas particulares que tenían un mismo objetivo: democratizar aún más el conocimiento. Según Melva, “antes el trato era maestra-niño y madre-maestra, ahora nos estamos integrando bastante bien”, y se generan nuevas instancias de trabajo que tienen como objetivo impactar en el aprendizaje de los niños al generar un vínculo más estrecho entre los hogares y las escuelas.
Las oportunidades brindadas por el programa tuvieron que contemplar, además, la diversidad de necesidades que se podían generar en cada situación particular. La maestra de apoyo Ceibal, Camilia Martínez, relató que en el programa Trabajando con Internet, había planificado entrar a la página de Salud Pública, pero “un padre que trabaja en la construcción quiso entrar a la página del Sunca”, dijo.
Otra madre señaló que aprendió a entrar a sitios de ventas por internet. Y otra afirmó que aprendió a subir fotos de las manualidades que hace para darles difusión y obtener ingresos con ellas.
Fuente: El Observador