Estamos viviendo tiempos más que interesantes en la educación argentina; tiempos luminosos, sabrosos, refrescantes y efervescentes. Tiempos de innovación. El gobierno nacional, gobiernos provinciales y gobiernos municipales toman con convencimiento la decisión de poblar aulas y escuelas con computadoras portátiles y subportátiles, de dotar a instituciones y salas de conexión a Internet de alta calidad, de diseñar y construir y actualizar portales educativos y aulas virtuales, de elaborar con sudor y rigor numerosos y variados materiales didácticos digitales. Todo con el propósito de brindar una enseñanza acorde con el presente y con una nítida visión de futuro.
La recopilación de testimonios de los protagonistas de las iniciativas, el monitoreo y la evaluación de programas y la documentación de experiencias educativas dicen presente. Las comunidades y redes virtuales se expanden y refuerzan. Los buenos educadores de todos los tiempos encuentran en la web nuevos colegas con los que comparten en el terreno educativo interés, vehemencia y constancia. Los reencuentros con colegas y amigos de antaño y residentes en lugares lejanos se incrementan. Se aceleran e intensifican las tareas investigativas que se proponen informar y brindar fundamentos sólidos a la toma de decisiones en políticas TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación) y a las prácticas cotidianas de las aulas. Las clásicas y nuevas TIC enriquecen la comunicación a través de más palabras escritas y habladas, más imágenes, más sonidos. Los convencionales y los nuevos medios se hacen eco de las buenas nuevas y en simultáneo se mantienen alerta respecto del transcurrir de los acontecimientos.
En este tiempo animado y vital un aspecto resulta especialmente importante y merece toda nuestra atención el desarrollo profesional docente y el aprendizaje formal e informal en materia de TIC y en pie de igualdad; en tanto y en cuanto se conviertan en experiencias cristalizadoras[1] para los educadores considerados en forma individual y/o integrados a equipos.
¿Qué tipo de experiencias permiten celebrar aprendizajes formales en materia de TIC y Educación[2]? Algunos ejemplos son: cursos presenciales, cursos en línea, cursos híbridos, programas de actualización, diplomaturas, postítulos, especializaciones, maestrías. En estas experiencias el enfoque de enseñanza permite reconocer cambios y continuidades a través de la historia didáctico-tecnológica de las instituciones educativas e intersectar contenidos curriculares, didácticas generales y específicas y tecnologías[3], las estrategias didácticas permiten ensamblar armoniosamente teorías y prácticas, el contacto metódico y regular con nuevas tecnologías, desarrollar fluidez tecnológica (tal como se entiende la fluidez en el dominio de una segunda lengua como consecuencia de acciones de inmersión) y el currículo emergente[4] tiene espacio propio.
¿Qué tipo de experiencias permiten celebrar aprendizajes informales en materia de TIC y Educación[5]? Algunos ejemplos son: la conversación entre colegas té, café o mate mediante, los equipos docentes documentando y examinando su propia práctica colaborativamente, cumpliendo el sueño de realizar viajes de estudio para visitar escuelas de otras ciudades y países que están dispuestas a compartir su saber y su entender, docentes observando aulas vecinas de colegas, leyendo y estudiando literatura profesional (libros, e-books, revistas especializadas, documentación gris), viendo series de conferencias y películas documentales accesibles vía Internet, participando en foros asincrónicos de discusión, blogs y redes sociales, conformando grupos de estudio autogestionados, desempeñándose como asesores o mentores de sus colegas dada su calidad de par más avanzado, asistiendo a ciclos de conferencias, webinarios y eventos de la especialidad que se transmiten en línea y en tiempo real, involucrándose activamente en investigaciones lideradas por centros de investigación educativa, los intercambios en salas virtuales de egresados de cursos, equipos realizando y compartiendo e-portafolios de presentación, entre tantas otras. En estas experiencias prevalecen los intereses individuales y de equipos, el fluido intercambio entre pares con vistas a la resolución de problemas puntuales y actuales, el acercamiento a la opinión de expertos y de pares más avanzados de diferentes lugares del mundo, el acceso a novedades y a ideas en estrecha conexión con la práctica profesional cotidiana.
Queda claro que la calidad y la contribución de las experiencias de aprendizaje a la mejora del desempeño docente no pueden ya seguir definiéndose solamente en función de su cualidad de formal o informal. Si estamos hoy de acuerdo en que el desarrollo profesional docente formal puede ser hoy tan valioso como el informal, entonces estaremos necesitando en breve un debate franco y profundo que nos conduzca a renovar los sistemas de acreditación de saberes, capacidades y experiencias para reconocer- de todos los modos en los que sea posible hacerlo -tanto los aprendizajes formales como los informales de aquellos docentes que viven y sienten el desarrollo profesional como derecho y como oportunidad.
Marta Libedinsky
Buenos Aires, 21 de agosto de 2011
Marta Libedinsky es Magister de la Universidad de Buenos Aires en Didáctica, Profesora de Psicología y Ciencias de la Educación (Instituto Superior del Profesorado “Joaquín V. González”) y Profesora para la Enseñanza Primaria (Escuela Normal Superior No. 4 “Estanislao S. Zeballos”). Actualmente ocupa el puesto de Directora de Programas y Proyectos de Fundación Evolución, Argentina, y es Coordinadora General del Postítulo “Especialización Superior en TIC y Educación”, Ministerio de Educación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Tambien es co-autora del libro Las TIC en las aulas (Paidós, 2011) y autora de La innovación en la enseñanza. Diseño y documentación de experiencias de aula (Paidós, 2001) y Conflictos reales y escenas de ficción (Noveduc, 2008).
Especiales del mes anteriores
[1] Experiencias cristalizadoras es un concepto desarrollado por Howard Gardner y sus colegas que refiere a momentos cruciales en el desarrollo de las capacidades y talentos. Son situaciones activadoras, que dejan huella y permiten resignificar comprensiones, que encienden chispas, generan entusiasmo y activan exploraciones futuras. Nótese que “cristalizar” significa según el Diccionario de la Real Academia Española: “Dicho de las ideas, los sentimientos o los deseos de una persona o de una colectividad: tomar forma clara y precisa, perdiendo su indeterminación.”
[2] Los aprendizajes formales son aprendizajes que se logran en centros especializados, con un currículo explícito y secuenciado y por cuyo logro se otorgan certificaciones.
[4] El currículo emergente se planifica paso a paso en función de los intereses, expectativas, necesidades y pasiones de los participantes y de los formadores de formadores. Requiere flexibilidad, creatividad y paciencia.
[5] Los aprendizajes informales son aprendizajes no estructurados o semiestructurados que se celebran en una variedad de sitios y que no responden a un mapa curricular delineado.