La educación ha sido considerada por mucho tiempo el eslabón privilegiado que articula la integración cultural, la movilidad social y el desarrollo productivo. Sobre este carácter de “gran eslabón” de la educación existe hoy un consenso amplio, tanto en la literatura del desarrollo como en el debate político. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos realizados durante las últimas décadas, los sistemas educativos de América Latina aún enfrentan problemas estructurales importantes que obstaculizan el logro de una educación de calidad con cobertura extendida en los países de la región. Casi el 50% de la población de entre 5 y 19 años de los países latinoamericanos, que la Cepal estima en más de 150 millones para el año 2005, estará fuera de los sistemas formales educativos y con una preparación que no les permitiría una integración con posibilidades de ascenso en el mundo laboral.
Con la aparición de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación se ha iniciado una revolución educacional, cuyos alcances apenas alcanzamos a vislumbrar. Estas tecnologías no solo representan exigencias para los sistemas educativos: son también una oportunidad cierta para atenuar diferencias estructurales y mejorar cualitativamente la educación, sobre todo si se apuesta a soluciones de tipo colaborativo en que los esfuerzos de cada uno de los países contribuyan a la solución integral de la región y esta a su vez potencie los logros de cada país.
Para superar la brecha digital en la capacitación de los recursos humanos no basta con una alfabetización operacional; es necesario asegurar la adquisición de competencias informacionales y comunicacionales por parte de un segmento importante de la población, especialmente los niños y los jóvenes. Para adquirir esas competencias, además de asegurar la disponibilidad de la infraestructura necesaria en los centros educativos y capacitar adecuadamente a los docentes, se requieren acciones complementarias que permitan atender las necesidades de la población no escolarizada y acompañar a los docentes en la actualización y complementación de sus conocimientos y, por sobre todo, en la transformación de sus prácticas de enseñanza.
Estas transformaciones obligan a repensar los materiales didácticos tanto en su contenido como en su formato. Su estructura debe responder a nuevas estrategias didácticas construidas a partir de estilos de aprendizaje más cercanos a los niños y jóvenes de hoy. Los materiales, además de pertinencia y calidad, deben ofrecer posibilidades de actualización permanente y de adaptación a contextos de uso diferentes de aquellos para los que fueron inicialmente generados. Los contenidos digitales ofrecen naturalmente estas ventajas.
Adicionalmente, se debe garantizar una distribución que permita llegar a todos los actores del sistema educativo en el momento en que lo necesiten. Su distribución mediante la Web parece ser la mejor solución a ese requerimiento. Los portales educativos cumplen esa función. Tienen una enorme capacidad para integrar las tecnologías de la información y la comunicación al ámbito educativo, poniendo a disposición de maestros y estudiantes recursos digitales desarrollados con intencionalidad educativa que permiten un tratamiento de la información no viable en otros soportes. Además, los portales educativos son medios naturales para la capacitación docente, no solo como plataformas de e-learning, sino también al ofrecer materiales de autoaprendizaje, tutoriales, documentación y recursos complementarios a acciones de capacitación presenciales, así como entornos de comunidad que viabilizan el intercambio y discusión de experiencias didácticas, de gestión escolar, de actualización curricular, etc.
En Latinoamérica hay pocos portales educativos. Casi todos los países cuentan con sitios en la Web destinados a difundir las acciones de los organismos responsables de la educación, pero son muy pocos los que cuentan con portales educativos nacionales, que ofrezcan a su población contenidos educativos localizados y priorizados de acuerdo a sus líneas de política educativa. De ahí que los ministros de Educación de la región se autoconvocasen a fines de agosto de año para discutir esta problemática y dada su urgencia decidieran conformar la Red Latinoamericana de Portales Educativos (RELPE).
Desarrollar un portal educativo es un proceso complejo. La colaboración e intercambio de experiencias de los países más aventajados con los que están iniciando el camino permite acortar plazos y ahorrar recursos. Al contar con estándares y metodologías de proceso compartidas, se estimula el crecimiento sostenido de los portales de la región y se facilita la consolidación de la red de portales. La publicación de recursos educacionales debe contemplar procesos de evaluación que aseguren la calidad de los contenidos publicados. Para realizar estos procesos se necesita contar con estándares y metodologías apropiadas, que bien podrían ser regionales. El entorno colaborativo de la Red Latinoamericana de Portales Educativos (RELPE) favorece el consenso sobre estas normas regionales.
A los países en desarrollo se les hace difícil abordar la producción propia de contenidos, tanto por los costos que supone como por la disponibilidad de los profesionales y recursos tecnológicos necesarios. Si cada país puede dedicarse a la producción de una limitada cantidad de contenidos en la certeza de que contará, además, con los contenidos generados por otros países y puestos a disposición en la Red, la situación se hace claramente más favorable. La traducción y adaptación de materiales de alta complejidad, como actividades interactivas y simuladores desarrollados en otros idiomas y para otros contextos culturales, es difícil de afrontar si no se cuenta con el respaldo de economías de escala. La producción y gestión cooperativa regional de contenidos es la solución a estos problemas.