Por Ingrid Boerr Romero. Desde hace décadas, pero tal vez de manera más evidente en los últimos años, consideramos que el conocimiento ya no es solamente aquello que está atrapado en enciclopedias y libros. Y también hemos tratado durante mucho tiempo que el conocimiento no sea privilegio de unos pocos.
Estamos conscientes que tampoco el conocimiento es duradero por años de años como lo considerábamos antes. Lo que hoy sabemos y damos por cierto en un par de años se habrá renovado.
De la educación por lo tanto se espera algo nuevo, que prepare a los estudiantes para los cambios y necesidades actuales y mejor aún para las necesidades que tendrán cuando se incorporen de manera activa a lo que les toque vivir.
En este estado de cosas, el rol de los educadores debe ser otro, está cambiando o, por lo menos pensamos que debe cambiar, pero la verdad es que cuál es ese cambio o la dirección de éste no se ve del todo claro o no está bien definido. Tal vez lo que pensamos sobre el rol de los educadores está sobrecargado de expectativas, que no necesariamente corresponden, o corresponderán, a la realidad.
La escuela también está en cuestionamiento, por lo tanto la escuela se mira a sí misma y a los educadores que están en su interior, tratando de responder a las demandas de mejor educación.
La escuela mira en su entorno, sabe lo que pasa fuera de ella, pero sigue cerrada, no logra abrir sus ventanas y puertas para que el mundo exterior ingrese a ella.
La escuela necesita, en primer lugar, satisfacer las necesidades de aprendizaje de las nuevas generaciones, esta es una nueva mirada de la misión de la escuela, que puede contribuir a delinear la tarea educativa de una manera más abierta y no entrampada en los muros de la institución. Su objetivo ya no puede limitarse a satisfacer las necesidades propias de la escuela de formar determinadas áreas o de modelar determinados estudiantes, sino de satisfacer las necesidades de aprendizaje los estudiantes, que traen consigo a la escuela todo un mundo exterior, proveniente de sus familias (historias, tradiciones, diversidad) y su entorno (medios de comunicación, cultura) que influye en ellos y sus conocimientos a la espera de complementarse e integrarse a otros, para construir aprendizajes propios, a partir de una relación colaborativa entre estudiantes y maestros.
Estos nuevos procesos requieren transformaciones, nuevas miradas y análisis.
Nuestras escuelas se debaten entre un ejercicio “funcionario” de la labor docente y un ejercicio “profesionalizante”.
Unos pocos docentes que realizan su tarea a través de ejercicio funcionario que está regido por la tradición y un comportamiento jerarquizado, en el cual prima la homogeneización, tanto de los que enseñan como de los que aprenden, el conocimiento está en manos de los que tienen el poder y está encerrado en unos pocos referentes escolarizados.
En cambio otra parte de los docentes están convencidos de que la labor que realizan debe ser permanentemente analizada y criticada para su mejora continua, a través de una trabajo cooperativo y de construcción permanente con la participación de los sujetos del aprendizaje en la construcción y reconstrucción permanente.
Para el apoyo de estos procesos profesionalizantes y dar respuesta a las necesidades del desarrollo profesional de los docentes, el Instituto de Desarrollo e Innovación Educativa de Formación Docente de la OEI Chile viene desarrollando sus proyectos con un objetivo central, el acompañamiento de los procesos de transformación.
Desde hace unos ocho años en Chile se ha venido investigando y desarrollando programas de inserción profesional con acompañamiento de mentores. Para ello se han formado mentores en algunas universidades con el objetivo de desarrollar en ellos las competencias necesarias para acompañar a los nuevos docentes en su proceso de inserción laboral de manera que aprendan en este período a construir su identidad profesional a partir de la observación crítica de sus intervenciones pedagógicas y a iniciar el proceso de formación continua que caracteriza la profesión docente. Este acompañamiento también potencia la construcción de redes profesionales y la participación con otros actores para mejorar el ejercicio profesional.
En este año 2012, por primera vez desarrollaremos un proceso de acompañamiento virtual a docentes principiantes realizado por mentores, a través de recursos tecnológicos que permitan romper las barreras geográficas y temporales que dificultan estos encuentros. Además contaremos con un equipo experto en formación de mentores que realizará el acompañamiento a los mentores. Tendremos tres comunidades de aprendizaje que intercambiarán experiencias, los formadores, los mentores y los noveles o principiantes.
Este proyecto se desarrollará entre los meses de junio y noviembre de este año.
También el IDIE para este año ha organizado una Red Universitaria sobre Formación Práctica e Inserción Profesional, con el objetivo de intercambiar conocimiento y experiencia entre las casas de estudio que forman a los futuros docentes en el ámbito de la formación práctica, entendiendo que ésta es el área más débil de la formación de los futuros profesores y sobre la cual debe haber profundas transformaciones si queremos que las escuelas avancen para lograr hacerse cargo de las necesidades de los estudiantes para desarrollar en plenitud sus potencialidades y convertirse en ciudadanos del siglo XXI.
El IDIE de Formación Docente está desarrollando una propuesta para formar docentes como expertos en acompañamiento profesional a los procesos de trasformación de los otros docentes y de las escuelas, en el convencimiento que un agente externo, pero a la vez un par, puede incidir positivamente apoyando los procesos de análisis y reflexión para la transformación efectiva.
La Profesora Ingrid Boerr Romero es coordinadora del Instituto de Desarrollo e Innovación Educativa de Formación Docente de la Organización de Estados Iberoamericanos – Chile.
Muy claro y preciso el artículo publicado por esta prestigiosa profesional, quién es además es mi amiga personal y compañera de tarabajo en Mineduc cuando debimos afrontar el proceso de Evaluación Docente. Producto de ello, se pudo confirmar las deficiencias y debilidades de la formación inicial de los docentes y el tiempo largo que hay que recorrer para lograr formar y perfeccionar en el ejercicio de la función. Surge la idea de los mentores que es una forma inteligente de apoyar a los docentes; sin embargo a mi modo de ver, el Sistema debe exigir énfasis en la formación pedagógica y fortalecerla en el ejercico con apoyos en los ambitos de la gestión curricular y evaluación, entre otras áreas..Es menester señalar amiga Ingrid que además hay que focalizar en la gestión del equipo de gestión a lo largo del proceso.
Los estudiantes demandan de los docentes un involucramiento más real y efectivo para satisfacer sus expectativas. Una sociedad diversa, gliobalizada y de cambios alucinantes por los medios de comunicación a nuestro alcance, espera a seres humanos en todas las etapas de su desarrollo con aprendizajes acordes para resolver y disminuir sus conflictos. Gracias Ingrid por participarnos de una visión amplia y enriquecedora.